En la calurosa mañana del pasado domingo un grupo de 25 personas se reunió en el centro Arrupe de Sevilla.
La conformación de dicho grupo era bastante heterogénea: comprendía rangos de edades muy amplios, desde individuos más bien maduros hasta niñas de pecho, con perfiles laborales súpervariados y trayectorias vitales muy distintas.

El punto de convergencia de todas estas vidas ha sido una experiencia que ha dejado en ellas una huella imborrable: VOLPA.
A pesar de que para algunas de estas post-voluntarias VOLPA forma parte de un pasado más bien pretérito y para otras un ayer aún abierto y en proceso de colocación, decidieron acudir a la llamada del equipo sevillano para rememorar y celebrar vivencias, personas, comunidades y lugares que siguen teniendo un puesto privilegiado en sus corazones.
Abrió la mañana Joaquín, co-delegado de Entreculturas Sevilla, que les recordó que nuestra organización sigue siendo su casa y que seguimos luchando por las mismas (y muchas más) causas que en su día llevaron a estos voluntarios y voluntarias a dejar sus hogares y entregarse durante uno o dos años en contextos de mucha vulnerabilidad.
Cada persona fue invitada a presentarse y, mientras dejaba un corazón (físico y simbólico) en un mapa justo en el lugar donde realizó su voluntariado, compartía la palabra que le surgía con más prepotencia al rememorar su experiencia en terreno, construyendo un glosario lleno de de cariño y esperanza.

Después se dividieron por grupos para poner en común las experiencias personales y los caminos por los que VOLPA les había llevado posteriormente. Hubo también un llamado a llevar VOLPA a sus vidas: ¿de qué forma pueden seguir contribuyendo al programa? ¿Qué pueden aportar?
Siguieron hablando del compromiso político y social que implican estas experiencias de encuentro con realidades desfavorecidas y cerramos la jornada con unas palabras de agradecimiento y una comida compartida.

Desde la coordinación del programa hemos tenido el privilegio de tomar parte en esta fiesta. Es difícil describiros todas las emociones que sentimos al observar interactuar a este grupo tan especial. Sentimos a VOLPA como un ser vivo, un sueño hecho realidad, que late, que está vivo. Este programa sigue siendo una chispa para muchas personas, a pesar de haber sido un punto entre el paso del tiempo y la distancia geográfica.

Ojalá podamos construir estos espacios en otras delegaciones, volver a reunir a muchas personas que han construido este programa tan significativo.
Queremos también dar las gracias por impulsar y preparar el evento con muchísimo mimo a Cristina, Fernando, Wida y Bea, el equipo VOLPA de Sevilla.
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