¿Qué características tiene un voluntariado realmente TRANSFORMADOR?

…¿Y cómo hacemos que nuestras propuestas de voluntariado lo sean?
Con estas consignas de reflexión nos reunimos el pasado jueves varias organizaciones que ofertan experiencias de voluntariado internacional en un espacio ofrecido por REDES.

Itziar Rosado, de Ongawa, calentó el ambiente con una exposición que nos dejó a Ana y a mí (representantes del equipo coordinador de VOLPA) bastante inquietas e interpeladas. Me apetece compartir con vosotras algunas ideas que salieron en esta presentación.

Parece que todas tenemos bastante claro cuáles son nuestros valores (¡que son elementos universales en todas las culturas! No hay ninguno que no exista en otro contexto, simplemente cobran distinta relevancia según cada sociedad) y sin embargo nos cuesta una barbaridad movilizarnos y actuar en consecuencia a ellos. Muchas veces esto se debe a que hay algunas creencias que se interponen entre los valores y nuestro comportamiento, por eso es tan importante construir nuevos discursos y relatos: aunque los mensajes puedan ser muy potentes, si los canales no son innovadores no nos llegarán.

¿Qué creencias limitan el cambio social?
– Asumir la derrota por adelantado: dar por sentado que nuestras acciones van a funcionar hasta cierto punto, que el impacto tiene un límite. Es asumir que «esto es lo que hay». Si nosotras mismas no nos creemos lo que podemos lograr, que otro mundo es y no solo utópicamente…no conseguiremos que esto se haga realidad.
– Transferir a otras personas «expertas» nuestra agencia. Sentirnos incapaces de decidir sobre cuestiones importantes y que nos afectan.
– Reproducir en nuestras acciones de cambio las lógicas de la sociedad de consumo en la que vivimos

La información que no nos genera experiencia no nos cambia. Necesitamos experiencias significativas, innovadoras, cuestionadoras, que huyan de la reproducción de las mismas creencias y del sistema desigual e injusto que queremos combatir.

Cuando hacemos voluntariado transformador:

  • repensamos los relatos del mundo: ¿qué contamos?, ¿qué invisibilizamos? todos estos elementos cuentan la realidad de una manera concreta. Además elegimos nombrar la realidad de otra forma, más justa y humana: no hablamos de personas necesitadas, por ejemplo, sino de personas vulneradas.
  • construimos nuestro propio relato sobre el cambio social: cada uno y cada una tenemos que descubrir qué hacer para lograr esta meta, no hay nadie que nos pueda decir cómo.
  • nos cuestionamos nuestro papel como personas voluntarias: ¿a través de nuestras acciones estamos huyendo o reproducimos los modelos de consumo de nuestra sociedad?

Y, por último, una reflexión que me ha dejado personalmente muy removida:
Una de las creencias contra las que habría que luchar es que el voluntariado es una experiencia que se realiza desde el privilegio. Sin embargo en muchas ocasiones esta afirmación es cierta. ¿Qué podemos hacer, entonces, para cambiar esta percepción?
1. Entender que el voluntariado no es algo que tengo que hacer sólo en los momentos adecuados de la vida (cuando termino la carrera, cuando mis hijxs sean mayores… y los astros alineados), sino una práctica que me debería acompañar también en la incomodidad o cuando no me viene tan bien.
2. Cambiar la narrativa de «hago voluntariado para devolver un privilegio que he tenido» por «hago voluntariado porque siento que comparto (a niveles distintos, claro) situaciones de desigualdad». Hacemos voluntariado porque queremos lograr un cambio para nuestras vidas también: lo que condiciona a los demás también nos condiciona a nosotros. Os pongo un ejemplo para aclarar este concepto: luchamos por la conservación de la Amazonía porque a nosotras también se nos niega el derecho a un medioambiente sano, pues vivimos en ciudades cada vez más asfaltadas y contaminadas.

Después de este espacio tan interesante, hicimos una dinámica work-café para pensar en qué prácticas impulsamos (o deberíamos impulsar) en nuestras organizaciones para hacer que nuestros voluntariados sean realmente transformadores y escuchamos el testimonio de cuatro voluntarias.

Este compartir puede parecer un poco incierto y confuso, pero sí me gustaría que cada una de las personas que me estáis leyendo también penséis en por qué y qué hace que vuestro voluntariado realmente transforme vuestras vidas.

 

 

Dejar una contestacion