El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, un día importante en la agenda internacional para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres y las niñas y reclamar la puesta en marcha de políticas en todos los países orientadas a su erradicación.
Cada diez minutos en algún lugar del mundo una adolescente muere a causa de la violencia. En 18 países los esposos pueden impedir de manera legal que sus esposas trabajen de forma remunerada. Cada año, 12 millones de niñas son casadas antes de cumplir los 18 años. Más de 132 millones de niñas de entre 6 y 17 años no asisten a la escuela.
Estos son algunos datos que ayudan a comprender la dimensión de la violencia que ensombrece a las niñas y mujeres en el mundo. Pero, tras las cifras, hay rostros e historias concretas. Como la de Iklas Saleh Ali, sudanesa que vive en el campo de refugiados de Iridimi, al este de Chad, con sus cuatros hijos y dos hijas. Iklas fue víctima de un matrimonio infantil forzado, una práctica que sufre el 67% de las mujeres menores de 18 años en Chad. Con 15 años su madre se vio obligada a darla en matrimonio. Por la falta de medios económicos no podía seguir costeando la escuela. “Le dije que no quería casarme. Yo quería continuar mis estudios, pero me obligaron a casarme”. Así, Iklas tuvo que abandonar la escuela. Sin embargo, en todo momento tuvo claro que quería volver a estudiar y así lo hizo. Ahora su sueño es ser “doctora o profesora para poder educar bien a mis hijos”.