Mariam Kizembe es una refugiada congoleña que vive en el campo de Kavumo en Burundi. Mariam tiene 47 años, 6 hijos y no tiene marido.
En 2017 participó en una formación en hostelería organizada por el Servicio Jesuita de Refugiados (SJR) en el marco de su programa de medios de vida. Tras dos meses de formación teórica, tuvo la oportunidad de realizar un mes de prácticas en un hotel cercano al campo.
Con los 150.000 francos burundeses (unos 72 euros) que pudo juntar gracias a varios amigos, alquiló una minúscula parcela en el mercado del campo, algunas cazuelas y montó un pequeño punto de distribución de comidas.
En el marco del mencionado programa de medios de vida del SJR, recibió un microcrédito de 600.000 francos (288 euros) de los cuales tenía que ir devolviendo la mitad en el plazo de un año. Además, Mariam fue la mejor alumna de su clase y recibió una pequeña prima de 50.000 francos (24 euros).
Ese dinero le permitió comprar sus propias herramientas de cocina, introducir una mayor variedad de alimentos en sus platos y, al cabo de un tiempo, adquirir su propia parcela.
Mariam se levanta a las 5 de la mañana y nunca vuelve a su casa antes de las 22. Actualmente ha devuelto la totalidad del importe que debía reembolsar y tiene un pequeño restaurante en el mercado del campo con 3 trabajadores a su cargo y una fila enorme de personas esperando para degustar sus platos (incluido el personal de las diferentes organizaciones que operan en el campo).
Al terminar de comer nos acercamos a felicitar a Mariam por la comida. Nos sonríe agradecida y nos confiesa que le gustaría seguir ampliando su negocio.
Asiechoka quiere decir “infatigable” en suajili y es también el adjetivo que mejor describe a la protagonista de una historia que, como la de otras mujeres africanas anónimas pero igual de infatigables que ella, merece ser contada.