Burundi ha sido uno de los pocos países en el mundo donde las aulas no cerraron con motivo de la pandemia, lo que nos ha permitido poder continuar atendiendo la situación de crisis prolongada en la que vive la población refugiada en el país, poniendo en valor la importancia de la educación en esos contextos.
Junto a nuestra organización socia, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) Burundi, desde febrero hemos puesto en marcha un proyecto de educación en emergencias que tiene como objetivo promover un entorno educativo seguro para 15.050 estudiantes refugiados congoleños de primaria y secundaria (7.700 chicos y 7.350 chicas).
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