Caminos por la Paz también llega a Entreculturas Vigo

Casi 40 personas nos juntamos a caminar el pasado 24 de junio en Vigo. Además del equipo de voluntariado de la delegación, nos acompañaron personas de otras organizaciones, amigos y amigas de Entreculturas, ciudadanos que se sumaron a la iniciativa y 15 personas migrantes o refugiadas que nos acercaron su realidad y compartieron camino y vida durante las casi 4 horas que duró la iniciativa.

Las mujeres ucranianas Svitlana y Oksana, junto al sirio Haidar, huyeron de la guerra en sus países y han encontrado una nueva vida en Vigo. Desde Haití nos acompañó Sinette, todavía con problemas para comunicarse en español pero encontramos en el grupo un magnífico traductor de francés.  Y desde Colombia vino la familia formada por Manuel, el pequeño Mateo y Geraldine, que espera un nuevo hijo. La paraguaya Sandra, en su único día libre a la semana, también quiso estar en la caminata y disfrutó mucho. Desde Honduras nos regalaron su presencia Dilma y su hijo Christian, que acaba de llegar a Galicia y ha vuelto a ver a su madre tras 6 años separados. Les acompañan, desde hace un tiempo, a su amiga Karla también llegada desde Honduras. Yuri, salvadoreña y buena amiga de Entreculturas, también puso color centroamericano en la marcha, junto a nuestra voluntaria Ceciliah, natural de Kenya, que nos divirtió con varios juegos típicos de su país. Y desde Perú, Jaquelin y su pequeño Tiago animaron mucho la velada posterior a la comida.

Compartimos comidas típicas, juegos tradicionales y nos conocimos un poco más. Durante el recorrido realizamos tres paradas en las que fuimos leyendo el manifiesto de Caminos por la Paz, al tiempo que lo acompañamos de una canción, desde «Solo le pido a Dios», «Casa Abierta», «Girasoles» de Rozalén o una puramente gallega, «Sementar sementarei». Siempre bien dirigidos por David (a la guitarra) y Nico (a la caja).

Una jornada entrañable como espacio de encuentro, y un buen motivo para promover la paz, la acogida, la empatía y reclamar a nuestros gobernantes mejores sistemas de acogida, más dignos, más financiación pública y un nuevo marco regulatorio que se base en una auténtica solidaridad entre los países y que defienda los derechos de las personas migrantes y refugiadas.

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