En estas últimas semanas, Entreculturas ha potenciado su relación y su apuesta por la mejora de la educación en Camboya.
En primer lugar, hemos estado visitando las distintas obras educativas de los jesuitas en Camboya y viendo toda la potencialidad de trabajo que hay allí. El viaje ha sido continuidad de uno previo de Dani Villanueva en 2017 y distintas conversaciones institucionales abriendo la posibilidad de colaboración entre FyA y la Compañía de Jesús en Camboya. Estamos empezando a hablar, a conocernos y a diseñar alguna actividad que permita conocernos mejor entre los actores camboyanos y todo nuestro entramado de FyA. Es soñar un nuevo trabajo en frontera, en un nuevo contexto, radicalmente diferente, pero donde las necesidades educativas son tremendas.
Camboya es un país donde más del 90 % de la población es budista, y el color naranja de los monjes se mezcla entre inmensos campos de arroz y la locura de millones de motos a todos los lados de la carretera. A pesar de que es un país de gente tranquila, ha pasado por una reciente guerra de más de 30 años y que como sabéis durante el poder de los Jemeres Rojos (1975 – 1979) murieron casi dos millones de personas, uno de los peores genocidios recientes y que aún marca el presente del pueblo camboyano. Es difícil recuperarse de algo así! Es un país pobre (143 del IDH), con una población mayoritariamente rural, con una altísima migración hacia Thailandia y otros países ricos de Asia, y donde los derechos más básico no están garantizados para una gran parte de la población. La educación, que es lo nuestro, es un desastre y aunque hay un 84 % de cobertura en educación primaria, es muy generalizado que muchos niños salgan de la escuela sin haber aprendido ni a leer ni a escribir. Es sangrante ver cómo se pervierte el derecho a una educación primaria gratuita a través de un sistema que llaman «extra classes», en el que los profesores a parte de su salario que reciben del
ministerio imparten algunas horas más en las clases como si fueran clases privadas y cobran por ellas, y no hay niño que se libre de esto. Es un sistema viciado y, como en otros tantos sitios que conocemos, cuando van pasando de nivel más va cayendo la escolarización y los padres sacan a sus hijos para trabajar en el campo o para enviarles a las factorías textiles. De la calidad de la educación en las escuelas que hemos ido visitando, se evidencia todo el trabajo que se puede hacer.
Y ante esto, se ven siempre los rayos de luz… y ver los esfuerzos que hacen los jesuitas y otros actores aquí, animan a enredarse con todo esto. Aquí la parte social de los jesuitas es herencia del JRS que fue la primera organización que se instaló en 1980 después de la dictadura, justo en el viaje pude conocer a Sister Denise, de las primeras líderes del JRS y ha sido todo un lujo escuchar el comienzo de todo esto… ahora aunque el JRS sigue existiendo, la organización que sirve de paraguas a la Compañía de Jesús es el Jesuit Service Cambodia, con un fuerte trabajo social tanto en lo educativo como en desarrollo rural, y sobretodo un trabajo espectacular con personas con discapacidad que empezó con las víctimas de las minas y ahora se extiende a otros muchos tipos de discapacidad. En este viaje, el JSC es la organización que nos interesaba conocer bien y conversar mucho con sus responsables… y eso ha sido un éxito, nos hemos recorrido su trabajo educativo y estamos conociendo a los principales actores de la organización. Hacen buen trabajo, pero se nota la herencia del mundo humanitario y es un trabajo que se basa en la asistencia: construcción, materiales, algunas becas, bicicletas para que los alumnos puedan llegar a las escuelas secundarias… pero menos en participación comunitaria, calidad educativa, trabajo con padres, en definitiva, no tienen una visión de transformación social… Y ahí estaba la idea de FyA, salía en cada conversación, en cada búsqueda de un camino para darle una nueva vuelta a la apuesta educativa de estos 30 años de trabajo de los jesuitas en Camboya… Las conversaciones han sido un lujo, y como dice nuestro querido Etienne (antiguo Director de FyA Chad e intentando el desarrollo de FyA en Guinea Conakry) creo que hemos infectado el virus de FyA a más de uno… Tengo que reconocer que me he emocionado un montón de veces de pensar en tantas posibilidades de transformación!!
Además del trabajo de los jesuitas, también he estado visitando el trabajo de Obrum de la Prefectura de Battambang, donde Kike Figaredo es obispo y hacen un trabajazo. De hecho, la visita la hemos organizado con ellos y son nuestros «complices» para estos pasos que estamos dando, y en todo el viaje he estado acompañado por Blanca, Félix y Chiet, todo un lujazo de acompañamiento. Y con ellos también hemos visitado su proyecto, muy similar al de los jesuitas, y en el que también quieren dar un paso más hacia otro tipo de proyecto educativo. Y de Kike que decir, muchos le conocéis, es increíble todo lo que tiene montado, la calidad con lo que hace todo, la capacidad de involucrar a tanta gente en su trabajo de justicia social. Increible… aunque yo ya le había visitado hace más de diez años, no deja de sorprender todo lo que ha conseguido montar en Battambang.
Después del viaje, hemos tenido la visita en Madrid de Indon, Delegado del Provincial de Korea, y Quyen, Responsable de Educación y Kike Figaredo. Con ellos hemos seguido imaginándonos la futura colaboración, y la verdad que ha habido muy buena sintonia y la claridad que nos espera un muy buen futuro de colaboración en la mejora de la educación en Camboya.
Ahora nos toca acompañar todo este proceso y una vez más acercarnos a las fronteras