Parece un truco de magia…

Empiezo la semana muy cansada asombrada. Me suele pasar al terminar todos los encuentros de VOLPA: me siento como una niña que acaba de presenciar un espectáculo de magia y no entiende el truquillo que hace que funcione.

Al arrancar siempre me pica la duda (y terror) de si las dinámicas funcionarán, si se aprovecharán los espacios que hemos preparado con tanto cariño, de si conseguiremos que 19 desconocidas se sientan en confianza como para abrirse y hacer piña, si le perderán el miedo a ser juzgadas por sus formadores y formadoras.
Y siempre, al escuchar el compartir final de lxs participantes, me confirmo en la máxima de Galileo Galilei «Eppur si muove» que yo interpreto en este contexto con un no me explico muy bien cómo pero lo hemos conseguido.

Este pasado fin de semana Javi, Miri, Elisa, Marta y yo, el equipo de VOLPA MADRID, nos hemos encerrado con 14 nuevas VOLPAS en formación, 4 VOLPAS «en despegue» (que se marcharán en breve a sus destinos), 1 post-VOLPA recién llegada y 4 invitadxs estrella de la delegación en S. Rafael, cerca de Segovia, para fomentar la creación de un espacio de confianza entre las propias VOLPAS, lxs formadorxs y voluntarias de anteriores promociones.

Los dos grupos han empezado trabajando en paralelo: las que están empezando han ahondado en las distintas dimensiones que nos conforman a todas las personas (la esfera emocional, racional, la espiritual y física) para aprender su lenguaje y escuchar qué les están respondiendo ante la propuesta de hacer VOLPA.

Las chicas que están esperando a marcharse a sus destinos han tocado el tema de la afectividad: ¿Cómo suelen establecer nuevos vínculos? ¿Y acoger la soledad? ¿Cómo están llevando sus seres queridos su marcha? ¿Cómo van a gestionar la distancia con sus parejas? ¿Cómo piensan practicar el autocuidado una vez que lleguen a destino?
Fue un espacio riquísimo, en el que se abrieron en canal y se sostuvieron unas a otras.

El domingo se incorporaron 3 voluntarios y voluntarias de la delegación de Madrid y propusimos a todas las asistentes un ejercicio para trabajar la confianza: por parejas tenían que realizar un recorrido con los ojos tapados, que implicaba distintas pruebas. Por turnos, eran guiados y a su vez guiaban a su compañera, muy centradas en qué sentían ejerciendo cada papel.

Después de la reflexión sobre lo que habían vivido y una puesta en común, nos dispusimos a emocionarnos con los testimonios de Javi y Elisa, que volvieron de Honduras y Perú hace un año y ahora forman parte del equipo formador. Nos llenó el corazón escuchar la hondura, ilusión y ternura con las que vivieron sus experiencias.

Es increíble cómo se han ido tejiendo lazos de confianza y cariño entre personas que apenas nos conocíamos. Las VOLPAS asistentes pasaron de interactuar entre risas nerviosas al llegar el sábado por la mañana a secarse las lágrimas unas a otras apenas 24h después. Todo el mundo se compartió con muchísima generosidad y apertura.

Quizás este es el truco que hace que la propuesta funcione: en estos espacios nos atrevemos a enseñarnos tal y como somos y acogemos a las demás en todas sus dimensiones también.

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