Migraciones y la triple frontera colombo_brasileño_peruana: paradojas de la vida

Del 18 al 29 de noviembre he tenido la oportunidad de conocer Colombia y el trabajo que nuestros socios desarrollan allá (Fe y Alegría, el JRS LAC, el servicio jesuita Panamazónico, CINEP…). Como siempre el contacto con la realidad te remueve, te cuestiona y te compromete, permitiendo ponerte las gafas que te ayudan a ver lo importante, a quitar la paja del grano de trigo.

Después de analizar durante una semana los flujos migratorios de la mano de la Red Jesuita con Migrantes de América Latina y Caribe (que por cierto, ahora coordina nuestro querido Javi Cortegoso), analizar las causas que motivan la migración forzosa, escuchar los testimonios de los equipos en Venezuela y el acompañamiento a personas que buscan una mejor vida para sus hijos/as (el salario de un/a compañero/a el JRS Venezuela cubre el coste del almuerzo de una persona durante 2 días), tuve la gran suerte de viajar a la amazonía, en Leticia (Colombia); y de ahí desplazarme por el gran río amazonas a Brasil, y Perú, en el mismo día.

Paradojas de la vida, después de estar hablando una semana de migraciones y refugio, en la triple frontera nadie me pidió un carnét (mucho menos el pasaporte)… e inevitablemente llegas a la conclusión de que otra cultura, otra forma de ver la vida en relación a la movilidad humana, es posible. Me parecía un regalo ver cómo la vida entre una frontera y otra fluye con naturalidad, entre las aguas del Amazonas… cambias de un registro de idioma (brasileño) al castellano sin dificultad; los productos se pueden pagar en cualquiera de las tres monedas (el sol, el peso colombiano o reales brasileños), etc.

Eso sí, coincidiendo mi viaje con el 25 N, día internacional contra la violencia que sufre la mujer, fui consciente de que la la violencia de género es una verdadera transversal y está presente tanto en la realidad que se aborda y acompaña desde la Red Jesuita con Migrantes durante el origen, tránsito, destino y retorno; desde Fe y Alegría Colombia (tuve la suerte de estar en un taller sobre el cuidado de la persona con madres adolescentes, con quienes pudimos reflexionar sobre la violencia que sufren las mujeres del barrio de ciudad bolivar en Bogotá); o en la amazonía de la triple frontera (participé en una reunión de prevención de trata humana, dado que el contexto facilita el abuso de quienes llegan a trabajar -empresas extractivas-, y en clave de turismo -turismo sexual-, aprovechando la impunidad por el vacío legal y de autoridad en el espacio interfronterizo.

Como veis la realidad siempre es un revulsivo que no te deja indiferente. Toca seguir caminando, acompañando, agradeciendo y construyendo. Entreculturas es sencillamente eso y más; «Somos» Entreculturas.

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