Donde termina el asfalto en Bolivia y comienzan las YACHAY WASIS o CASAS del SABER…

 

Durante la semana pasada, dentro del marco del Convenio AECID que desde enero se está llevando a cabo en Bolivia, he tenido la oportunidad y la suerte de viajar por el Departamento de Potosí, en concreto por la provincia de Sud Lípez, de la mano de Pedro Choque, Responsable de las Casas del Saber en Fe y Alegría.

En esta parte del país, situada al sur de Bolivia, frontera con Argentina, se han organizado en las pequeñas comunidades de San Antonio de Esmoruco y Mojinete, dos Encuentros Territoriales, con el fin de socializar los diagnósticos participativos sobre vocaciones, potencialidades y necesidades productivas y económicas para la implementación de la Educación Técnica Productiva, realizados en estos dos territorios, así como, a partir de ellos, definir las especialidades formativas que comenzarán a desarrollarse en sus centros educativos.

Ambos encuentros han sido muy interesantes, y el recibimiento en estos dos municipios, que apenas cuentan con condiciones precarias de luz, agua y saneamiento, no podría haber sido más afectuoso y generoso. Pero…a mi regreso de este viaje, lo que realmente siento necesidad de compartir es la vida en una YACHAY WASI (Casa del Saber en quechua) y su importancia.

En la provincia de Sud Lípez, el acceso a los diferentes municipios se realiza a través de caminos de tierra y piedra, mal delimitados, sin señalizar y muy difíciles de transitar, que hacen que las distancias de un lugar a otro se multipliquen, y sea todo un logro llegar. Esto, unido a la falta de conexión a la línea de teléfono e internet, provoca un aislamiento casi total de estas poblaciones, pequeñas además en número de habitantes.

Es por ello que, lograr conseguir que el acceso a la educación para los niños/as y jóvenes se mantenga, es todo un reto, y sin duda las YACHAY WASIS juegan un papel determinante, y cómo su nombre indica, gracias a ellas se mantiene y transmite “el saber” en estas comunidades.

Las Casas del Saber tienen como función acoger a estudiantes de comunidades aledañas y alejadas de la comunidad central donde se ubican las Unidades Educativas de BTH (Bachillerato Técnico Humanístico, el equivalente a nuestros Institutos de Educación Secundaria en España), brindándoles un hogar donde pueden dormir, estudiar y alimentarse de forma adecuada para asistir a los BTH.

En definitiva, ofrecen la oportunidad y acceso a la educación a los y las jóvenes de comunidades alejadas que no cuentan con Unidades Educativas, pero además, permiten que en los municipios donde sí hay estos centros, puedan mantenerse al incrementar el número de alumnos que asisten a sus clases.

En Sud Lípez (Potosí) Fe y Alegría tiene 5 YACHAY WASI. He conocido 2 de ellas, la de Esmoruco y la de Mojinete. Ambas fueron inauguradas en el año 2006. Cada una de ellas, cuenta con una educadora: Silvia y Silvana, que cuidan de la alimentación, al poyo al estudio, al desarrollo integral, a la resolución de conflictos y  en la realización de tareas académicas de los/las jóvenes. Es importante resaltar su labor, ya que son las cabezas de las CDS, y tienen un alto compromiso de trabajo. Silvia, me decía que llegó a Esmoruco desde Tupiza, pensando en que sería un trabajo ocasional, y han pasado ya 6 años, siendo difícil marcharse, porque los “yachaywaseños” son ahora su familia.

La sostenibilidad de las Casas del Saber, resulta difícil, y en la mayor parte de los casos es posible porque cuenta con el apoyo de las alcaldías de estos municipios, pues saben que, sin ellas, los y las jóvenes no podrían seguir accediendo a la educación.

Esta semana, he podido constatar que, si Fe y Alegría comienza donde termina el asfalto, en Bolivia lo hace, sin duda, en las YACHAY WASIS…

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