El pasado domingo 9 de enero Sara fallecía en un accidente de tráfico.
Sara tenía 29 años. En el año 2013, tras conocer Entreculturas en un taller en la facultad de Educación de Valladolid, decidió sumarse a la delegación. Su pasión por la educación y el estar cerca de quien más lo necesitaba la convocaron a esta misión. Las dos cosas le tenían arrebatado el corazón. En estos años Sara se incorporó a la docencia haciendo las prácticas en el colegio San José; posteriormente, ya de profe, al colegio Cristo Rey (ambos colegios de los jesuitas en Valladolid); y estos últimos años, al colegio Sagrado Corazón, de los jesuitas en León. También en esta ciudad se ha sumado activamente al equipo de Entreculturas, con gran ilusión, con muchos proyectos, cuidando al equipo y siempre animando a que otra gente se uniera.
Sara: torbellino de alegría y de entrega, de ilusión, de humildad,… iba por el mundo haciendo el bien. Su hermana Elsa decía estos días que Sara «hacía siempre lo que quería»… y lo que quería era bueno. Los niños y niñas del colegio recordaban especialmente su sonrisa, sus palabras de cariño, que siempre estaba cuando la necesitabas,… Así la recordamos quienes la conocemos y queremos. Es imposible conocer a Sara y no quererla. Aunque sólo coincidieras un momento, te dejaba su estela… Sara, «movimiento, siempre en movimiento», como dice su padre.
¡Y «las liaba muy gordas»! También se escucha esto… Conectaba personas, proyectos, historias,… y «las liaba» para que se hicieran realidad los sueños que iba conociendo de los demás, y también los suyos. Como nos dice su querido David: todos los hizo realidad, todo lo emprendía,… y era bueno.
La gente que ha compartido con ella su ser voluntaria dicen que su manera de serlo era distinta: su forma de contar lo que hacía, el sentido que le daba, como lo vivía, cómo construía esa familia que somos…
Nos queda esa invitación a vivir la vida intensamente, a apostar por lo que queremos y por aquello en lo que creemos. Esa invitación a sonreír, abrazar, educar, cuidar, querer… sin medida.
GRACIAS, SARA… ¡Contamos contigo! Danos un tiempo para hacernos a la idea de tu nuevo lugar, y lo siguiente será seguir siendo aquí esa alegría e ilusión, indignación y compromiso de la que tu vida tanto nos ha hablado… Como le decías a tu familia al iniciar aquel viaje: SIEMPRE JUNTOS.
Sara, pura luz.
¡Gracias por tanto!